jueves, 9 de abril de 2015

Mi nombre.

Lo propio sería empezar diciendo que fui criado con un nombre ajeno a mí, y fue con el tiempo cuando otro nombre etéreo me acogió. Y me indentifiqué desde entonces con él. De cualquier forma la persona se identifica con su nombre y no le da vueltas. Incluso hay personas que tienen un hijo y le ponen su nombre. Eso está bien. O mal. Sencillamente se identifican con su nombre y quieren que su hijo también lo haga. 

Tarde, porque es tarde escribir, pero mi nombre me obliga a escribir. Mi nombre es etéreo y sin embargo vulgar, con decir que no tengo santo en el Calendario Zaragozano que honre mi nombre. Que ya es decir. Y santa tampoco.

Dicen que San Cristóbal no existió, que fueron los conductores en democrática asamblea quienes lo hicieron santo y patrón. Pero yo solo soy conductor ocasional, así que no considero a San Cristóbal mi santo.

Lo confieso: no tengo profesión y ahora es tarde. De viejo ya no puedo elegir profesión: ¿qué quieres ser cuando seas mayor? En un descuido pasé de mayor a viejo sin elegir profesion ¿y ahora qué? Juan Pablo II santificó en un verbo a Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. ¡Qué triste mi nombre sin santo!. Si otro verbo, aunque fuera irregular... Eso, cambiaré mi nombre etéreo por el de Josemaría y celebraré mi santo sin profesión el día 29 de febrero para que nadie diga y vivir más. Qué lujo de santo y fecha. Y qué nombre tan estupendoJosemaría. Mi nombre.

"A veces un cuerpo puede modificar un nombre. ¿Qué sería tu nombre sin ti? Igual que la palabra rosa sin la rosa: un ruido incomprensible, torpe, hueco". Ángel González.

1 comentario:

  1. ¿Qué sería de mi sin el nombre que me acoge? Nada. Soy mi nombre nomás. Un nombre tan sin embargo.

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