Al fin todos contentos. Ayer fue Domingo de Pascua, Jesús el Cristo resucitó y todos a casa que hay que trabajar. Y no se olviden meter los tambores en el trastero.
De reflexionar, guardar silencio y querernos todos y todas nos vale por un tiempo. De ese lenguaje de Semana Santa articulado en torno a la Pasión de Jesús el Cristo, de celebrar la muerte seis días y uno la vida, nos vale. Ahora es la hora de volver a la verdad. La verdad de un país que no puede vivir sin tener que morir. La cuestión es esa.
Por cómo llegamos desde el pasado sin saber lo que nos espera en un futuro sin presente casi mejor no haber venido.
De celebrar el pasado según nuestros intereses y creencias sin contemplar el futuro; de todo es asunto del pasado no. No queremos resucitar porque no queremos morir. Solo queremos que nos dejen vivir de una vez por todas.
Como sociedad somos responsables de nuestro futuro en la esperanza que todo, todos y todas, seamos compatibles en nuestros humanos intereses. A los creyentes en su fe religiosa un profundo respeto, el mismo respeto que a los no creyentes. Porque a partir de hoy la vida continúa. Incomprensiblemente pero continúa.
A las mujeres y hombres que recibieron el mandato de construir una sociedad más justa y más humana que les den la oportunidad de intentarlo. Acogeremos el sufrimiento pero no como castigo sino como descuido. Y queremos otra oportunidad. Jesús el Cristo vivió, murió y resucitó, tuvo otra oportunidad para salvar la humanidad y vive en nosotros.
Paz y Amor, y Poesía para explicarlo. Este es el mensaje.
Paz y Amor, y Poesía para explicarlo. Este es el mensaje.
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