martes, 21 de abril de 2015

Lo primero es lo primero.

Con énfasis, los señores dueños de los partidos políticos se tiran de cabeza a la precampaña electoral centrada en la inacabable corrupción política que por decreto piensan abolir y volver a la honradez de la que nunca debieron alejarse. Pero oiga, a mí ya me duele la cabeza y aún no ha llegado la hora. Sí. Nunca tuve tan indeciso el voto, por consiguiente tengo que esperar a ver qué pasa. Va en serio, si tuviera claro el asunto votaba por correo y me tiraba al monte. 

Excesivos los despropósitos que los caracteriza. Excesiva su prepotencia. Si el poder político quisiera solucionar los verdaderos intereses del pueblo las cosas no hubieran llegado donde están. Y están a partir del derroche y las luchas por el poder y aquí todo vale porque el Erario está para eso. El desmadre institucional es amoral. Salir de la crisis con los mismos presuntos políticos que a fin de cuentas son los mismos presuntos corruptos que nos metieron en ella, a pocos o a nadie convence. El país aguantará, pero yo no las tengo todas conmigo. Así que igual me tiro al monte antes de votar. Sería la primera vez en mi vida democrática que lo hiciera. Pero está en juego mi salud mental. Lo primero es lo primero.

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