La hija que ríe me duele, la hija que sueña me apena,
los dos han puesto precio a mi alma descubierta.
Las dos me han hecho dependiente con la vida envenenada,
me inyectaron veneno en vena y me han devuelto a la verdad.
Las dos son fuente de vida para mí.
Las dos me despedirán un día.
Tendré que entregarles mi memoria:
sin olvido, sin rencor ni venganza.
Dejaré la voz de mi recuerdo en sus manos: Ellas sabrán.
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