Antes no era como soy ahora. Y mañana tampoco seré como soy ahora. Todas y todos cambiamos permanentemente. Las relaciones son dinámicas. Cambiamos y eso es bueno, porque a la vez que cambiamos crecemos. Lo contrario es aferrarse al pasado. Cambiar: si se cambia una relación interpersonal siempre estará viva. A veces cuesta admitir esa evolución: ¿Si te gusta déjalo como está, para qué cambias de soslayo en apariencia? La pregunta es de Patricia, pero mi ordenador que me ordena no piensa igual. Todo cambia y por consiguiente nosotros no nos podemos quedar atrás. El pasado marca, evidentemente, pero es pasado, y del pasado conviene aprender de los errores; las energías han de estar con el presente para escribir la mejor de las historias de amor, si es posible. Y crear una esperanza nueva antes de entregar o perder otra. Al menos tener una esperanza siempre a mano. Eso.
Eso es aferarse a una esperanza. No sé, a mi las esperanzas nunca me han servido de mucho, pero yo soy yo y tú eres tú. Eso es lo mejor, Tú y Yo tan iguales en su propia diferencia.
ResponderEliminarPor cierto, lo olvidé. Como si hubiésemos dormido juntos, no te saludé: Hola tú.
ResponderEliminarHola, buenas madrugadas. Me alegra tu buen humor. Beso.
ResponderEliminarSalud.
¿Sabes que nací bajo un signo que fue eliminado por los astrólogos? Soy Ofiuco. Un signo que no existe. Su imagen es un hombre rodeado por una serpiente. Ahora entiendo todo.
ResponderEliminarA mi me alegra que te alegre,
eRES MUY AMABLE. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Ya no soy Ofiuco, tú si. Que suertudo.
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