martes, 14 de abril de 2015

Tranquila, no pasa nada.

"Tampoco quiero que me digan que dios y sus pruebas y lo que somos capaces de aguantar y la fe y la chingada y bla bla bla. Me estoy poniendo grosera, mejor me voy".

Desde el primer día -una noche cualquiera-
se desprendió de ti un abrazo para mí -aún lo conservo-.

La carne se nos ha hecho fruta madura;
la fruta si no es de temporada no vale nada.
De viejos no pasamos -según me cuentan-.
Pero aquel abrazo...

Después vino un beso y salud -y la famosa botella perdida en alta mar-.
Las cosas a pesar de tu mal carácter fueron a mejor.

Tus lágrimas se han vuelto dolorosas como puñales,
la boca se te ha llenado de penas duras de masticar,
y en tus ojos palpitan las miradas más tristes.
Somos como dos sombras en la noche desvelada.

No quiero que me digas adiós...

2 comentarios: