Algo me interrumpe el sueño y vuelvo sobre mí exaltado. Estoy despierto, he dejado de dormir y mi memoria se ha ido. Recapacito detenidamente sobre lo que ocurre y nada comprendo. Estoy aturdido. Voy al baño y estupefaciente ante el espejo me veo mujer. No me reconozco: pienso qué ocurrirá al salir de casa y me encuentre con algún vecino. Respiro profundo, me doy tiempo y salgo a la calle. Soy mujer y según avanza la mañana pienso diferente al hombre que soy o fui. No encuentro explicación, pero si no pienso como hombre y me veo mujer hasta yo sin razón considero que me he transformado en mujer. Consciente me encuentro a una vecina y no me reconoce, ni me saluda. No existo. Soy hombre o soy mujer y no existo. Vuelvo a casa y me desnudo frente al espejo y me veo mujer. Soy la conjunción del sexo.
Estoy sola en casa, no tengo esposo ni hijos. Sería mujer si despertara al lado de un hombre o una mujer me llenara de pasión, si hubiera adquirido el rasgo sexual, y si de unos hijos la emoción. Soy mujer poseedora del conocimiento que guarda el silencio. Solo soy mujer cuando lo pienso. Un hombre o una mujer. Soy persona. Soy un ser humano. No soy diferente al haber nacido hombre y ahora mujer. No lo tengo asumido, he de reflexionar: creer en mí. Sería estupendo no tener que hacer este tipo de reflexiones. Ser normal teniendo una mente libre de estereotipos, de ideas aceptadas comúnmente por una sociedad de carácter inmutable.
Soy mujer, tengo deberes, tengo derechos, soy igual a cualquiera con la diferencia que soy hombre a la vez, ¿o deseo ser mujer única? Llegará la noche y soñaré el deseo de dormir sin despertar hasta saber realmente lo que soy. Seguiré escribiendo, construyendo el día que me gustaría vivir, aunque después lo tenga que romper al considerarlo oposición a lo abstracto, con exclusión en cuanto pueda ser ajeno a mí. Sin detenerme en este aquí y ahora me resulta imposible ser más concreta: Gratitud a mi mente.
Hola
ResponderEliminarMuy buenas madrugadas
Hasta mañana.