Ocurrió en un suspiro,
justo (pido perdón por mi mala memoria) al año de conocernos;
otros que también la conocían quedaron estupefacientes
-ella que por mal pensada la habían expulsado de la iglesia:
su carácter la perdía-,
ante aquellas palabras desconcertantes.
Entre sollozos confesó cosas hermosas,
como que el amor era bendito y santa la poesía.
Nadie se lo podía creer
-¡esta mujer entro en loco!-,
alguno de sus vecinos huyeron despavoridos
convencidos que el diablo la había adducido.
Y cuando más asustados estaban,
justo al entrar el cura por la puerta,
levantó el vuelo como Paloma Blanca de Andalucía.
La Semana Santa aún no ha terminado, es tiempo de resucitar a los muertos por soleá. ¡Viva la alegría!. Y los "números clausos": no por merecerlo se puede resucitar, por mucho que la crisis haya llevado a la muerte a miles de nazarenos.
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