domingo, 19 de enero de 2014

Otro inocente ha muerto

Sale una mañana de su casa con sus muletas y una carpeta llena de papeles para gestionar su pensión de jubilación. Una vez en La Tesorería de la Seguridad Social entrega los documentos según se los pide la señorita funcionaria en la ventanilla correspondiente. Y al comprobar su expediente le dice que está en situación de baja laboral y tiene que esperar a que el médico le dé el alta y después trabajar el tiempo que haya estado de baja para cobrar la pensión de jubilación. Para acceder a una pensión de jubilación hay que tener un historial de cotización completo. La baja laboral médica y las vacaciones y los moscosos y los entierros y etcétera no cuentan.
   
-Tenga usted esta documentación, la cubre, y nos la trae después de darle el alta laboral médica y haber cotizado los meses o años que le queden. Y no se le olvide traer un certificado de vida cuando venga.
   
Primero fue la ira, las palabras en aquel historial laboral eran más verdad que él mismo, y también que llevaba un año de baja laboral por una fractura en la pierna... El alta al médico se lo pedirá mañana y se lo dará sí o sí. Pero no entiende lo del certificado de vida, pues en realidad lo va a traer personalmente... Ya le daba igual.
   
Sin certificado de vida uno no es nadie, no existe. No vale que te veas al espejo. Si no tienes un certificado de vida estás muerto para gestionar una pensión u otros efectos que te identifiquen como persona. 
   
Le dieron el alta y después de haber cotizado el tiempo necesario retomó al trámite de la jubilación. Con la documentación cubierta y el certificado de vida se presentó en la oficina donde estuvo la vez anterior... ¿Y la ventanilla? A él le parecían todas iguales con letras diferentes. Una, ¡qué más da! 
  
Pero al bajar un peldaño tropezó con tan mala suerte que se cayó y se fracturó... 
  
¡Dios mío!. Una amable señorita funcionaria: "No se preocupe señor, enseguida llamo a una ambulancia y le lleva al hospital". -¿Al hospital? De aquí no me muevo sin que me gestionen esta documentación. -Pero señor parece que tiene usted una fractura en la pierna... -Usted haga lo que le digo, me gestiona esta documentación y luego llame a la ambulancia o la funeraria. -Vale, vale, usted tranquilícese...
   
La señorita funcionaria recoge la documentación y se la pasa a un compañero que la verifica y le dice: "esta documentación esta correcta, nos la pasa por un e-milio. Es el requisito final para que usted pueda cobrar su pensión de jubilación... Ahora todo está informatizado, oiga".
  
Desde el suelo e indignado, el buen señor se agarra a una silla y arrastrándose va gritando a lágrima viva -loco de atar-, que se quedará al pie de la ventanilla hasta que le paguen lo suyo. A estas alturas de la vida no le ganará la partida ninguna ventanilla, o un emilio cualquiera, o siquiera un garabato en un papel que asegure que vive. Que vive ya lo sabe. Él es persona y cobrará su pensión de jubilación o morirá en el intento. (Así lo dejó escrito antes de morirse de angustia).

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