lunes, 1 de junio de 2015

Vocación, circunstancia y azar.

Lo mío por escribir viene de lejos. Y sin embargo, las circunstancias, el azahar y algún descuido que nunca pasaron de caprichos incomprensibles me impidieron escribir. La verdad es esa. Yo nací sin saberlo con esa llamada vocación por la literatura. Pero escribir el día que me gusta vivir es más de ahora. Le debo mucho a lo mío por escribir, y hasta que sepa todo lo que quiero saber sobre mí no dejaré de escribir. 

Yo no existía hasta que comencé a escribir el día que me gusta vivir. No sé qué hacía antes, en qué perdía el tiempo... No es que quiera recordar mis olvidos, quiero, porque con los malos recuerdos se fueron los buenos, recordar aquellos recuerdos que merecen la pena. Ahora tengo capacidad de discernir lo bueno de lo malo. No siempre supe. Por confiar en la colindancia llevé decepciones que me partieron el corazón. Hoy no me dejaría engañar tan fácilmente.

Hablo de cultivar con esmero la vocación de escribir el día que me gusta vivir sin lastimar la palabra. Sí, eso quiero. Y vivir. Quiero lo que tengo mientras pueda escribir. Lo mío por escribir me despierta cada madrugada y no me puedo decepcionar: además no quiero morir sin tener algo contigo. Y todo si hay más. Aún no he vivido lo suficiente. Trato de aprender y mejorar el modo de vivir, escribir y compartir vida, amor y experiencias con quien es ejemplo de admiración.

Ortega y Gasset dijo: "Vocación y circunstancia son, pues, dos magnitudes dadas que podemos definir con precisión y claramente entenderlas, una frente a la otra, en el sistema dinámico que lo forman. Pero en ese sistema inteligible interviene un factor irracional: el azar. De esta manera podemos reducir los componentes de toda vida humana a tres grandes factores: vocación, circunstancia y azar". Lo mío por escribir debe ser algo así. Y viene de lejos, amor. Como lo nuestro... como lo nuestro, amor.

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