Los años vividos han sido tantos que ni recuerdo tu cara de ángel. He guardado en un cajón algunas de tus cartas que tantas veces he leído. Hoy no me dicen nada. Hoy precisamente que apareces a mi puerta como el primer día decidida a cambiar mi vida. He de confesar que lograste cambiar mi vida. Ahora soy otro desde que te sueño.
A pesar de los años, no has cambiado lo suficiente: te veo igual de apesadumbrada a través de la mirilla de la puerta. Mucho me temo que tendrás que volver por dónde hayas venido. Me has enseñado lo suficiente como para saber que tus sentimientos indiscutiblemente desembocan en el mar más profundo.
Toda tú me dejó algún aprendizaje. Pero la enseñanza más importante me llegó cuando te fuiste. Hay amores que no sabes lo que ganas hasta que los pierdes. Admirable tú misma. Si yo fuera tú trataría de aprender de mi pasado.
La magia que vive en cada palabra de los que respiramos los vientos de la literatura no se apaga por un despreciar. Nacemos provistos de las mileles del amor. La fuente inagotable de la creación literaria es más fuerte que nosotros...
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