De vuelta de les Seniaes, nada nuevo. Ian durmió por el camino y no aprendí nada nuevo. Y por más que por mi cuenta quise aprender no aprendí. Patricia no calló de contarme lo que nunca aprenderé. Y mi "yo" siguió mirando a un lado y a otro en busca de lo que nunca encontrará: Un amigo. Pienso que debo orientar mis dedos sobre el teclado en busca de algo interesante que interese para escribir. Y dejar lo imposible para un domingo de creer en Dios y los milagros.
Sobre Grecia, como si fuera un charlatán de feria no porque sería mentira. Y yo quiero escribir la verdad que brote del arroyo de la esperanza y sea capaz de acabar con la avaricia de los poderosos. Los medios de comunicación aseguran que Juncker hace una oferta de última hora a Tsipras para que cambie de parecer y llegue al acuerdo deseado por los acreedores (Alemania, Francia y Rajoy), pero no sé, el pueblo eleno se siente demasiado humillado y presumiblemente dirá no el domingo. (Ojalá yo también hubiera dicho no cuando dije sí).
Me encuentro de aquella manera y sería capaz de acabar con la tinta del teclado de mi ordenador. De momento dejaré de escribir, volveré a respirar el aroma del buen café antes de tomar el último sorbo de la mañana. (Tendré una muerte prematura: culpable el café y las palabras que, confundidas, van quedando entre las sombras de tu cuerpo desnudo). Va en serio, si pueden dejar alguno de sus asuntos para mañana aprovechen ese tiempo para ser felices hoy. Saldrán ganando. Muchas gracias.
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