Cada sábado el recuerdo de dona como pensamiento nostálgico me obliga a escribir. Si digo sábado digo dona, si digo amor digo poesía. Por amor se arriesga la vida si está en juego la vida de quien se ama. Es decir, dona hubiera dado la vida por mí. Hubo un tiempo que en Les Seniaes eran posibles los sueños más hermosos. Ni ella hubiera muerto ni yo me habría echado a perder. Eran otros tiempos. Ahora la vida es un trueque, nada es mejor, vamos a peor. El amor es a porcientos. La amistad. La vecindad. Al menos que nos tomen en serio. ¿Disculpe?
Volverá dona a Les Seniaes, volverá a sembrar de misterio los sueños; las palabras que devuelvan paz a la vida. Y sigo durmiendo, soñando que vivo: vivo un sueño. Ya nada es igual. Nada genera pasión, nada emociona. Si un rayo de luz, una esperanza; por alcanzar un día lejano tus mieles. Solo el duelo como sentimiento. Después de dona, como mucho demostrar que Dios existe.
Derrotado como cada sábado hoy he vuelto a vencer, como la inmensa mayoría acabaré perdiendo la guerra ¿y luego? Un sábado de ensueño fuiste la esperanza mía... Solo ahora lo entiendo, solo ahora doy sentido a mi vida sin ti, ahora que soy ceniza de cadáveres. Solo ahora. Me vence tu recuerdo.
Hasta otro sábado que la memoria me permita recordarte (imagina) y me vuelvas a sonreír. Lo dejo al azahar.
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