Si María, la Magdalena, me regalara unos ojos nuevos como condición sine qua non de mirar al pasado virgencita me quedo como estoy. Apesadumbrado llevo el oído y su sordera y más no, pero si por ser su amiga unos ojos de mirar al pasado... No quiero mirar al pasado. Por muchos logros frustrados, las alegrías del presente los superan. Y rencores y otras estupideces relacionas con los malos quereres ya no recuerdo... Para agobiar el espíritu con malas sañas no están los tiempos. Hoy cuesta más que siempre vivir y en eso estamos: debemos echar la mejor carne en el asador. No digo que todo lo pasado sea peor, pues se quiera o no estamos aquí gracias a él, pero el presente va unido al futuro y lo presumo esperanzador. Además, solo hay más vida por delante... Nunca es tarde para empezar una nueva vida. Si nos lo proponemos seremos mejores. Yo mismo podría ser mejor con el tiempo. La Magdalena sabe que si unos ojos solo con la mirada de soslayo... El presente merece la pena vivirlo aunque a veces...
Hoy, jueves, no puedo por menos que confesar una perturbación en mi estado de ánimo. Le doy carácter de confesión porque es grave. Mi hija Kristel, cansada de venir al pueblo de Patricia a visitarme, quiere que vaya al suyo y comer y hablar de nuestras cosas. Estupendo si su pueblo fuera otro y no Valencia. Valencia sin Rita y con Ribó. Valencia me queda grande. Eso es todo. Si en un descuido le pueden robar unos minutos al día recen por mí, para que vuelva sano. Las gracias por anticipado.
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