miércoles, 10 de junio de 2015

De todo hay en vida...

Los viejos gruñones son gente antisocial. También los que mandan sus compromisos de vacaciones; los que rompen sus promesas; los de actitudes sinuosas; los que no saben hasta dónde les puede llevar su instinto oportunista. O los mentirosos patológicos. Aquí lo dejo pero hay más. De todo hay en esta vida...

Practicando el haragán del cielo cayó en mis manos un libro que va para bendito porque trata de gente poco fiable que hacen el mal y explica cómo hacerles frente. Es gente infeliz con estados de ánimo maníaco-depresivos que no saben manejar su ira o la reprimen de manera tan inadecuada que llega a explotarles en sus caras de ir a los entierros.

De cómo hacer frente a esa gente algo sé, y no digo que no sería bueno saber más pero no me interesa. Más que nada el libro trata por todos los medios que deje de escribir con insultos hacia mi persona. ¿A quién importa que yo deje de escribir y por qué? El asunto es ese.

Recuerdo una amiga: "deja de escribir sobre mí a no ser que digas la verdad". La vida está llena de contradicciones. Si escribo siempre digo la verdad pero es el teclado que confunde las cosas y los asuntos y sobre todo los sentimientos. A pesar de que alguien pudiera pensar que un teclado lo sostiene una mano mientras unos dedos lo aporrean, el mío va por libre. Tal vez porque lo compré en unas rebajas de mercado libre. A veces lo barato sale caro.

Con un teclado original se pueden escribir grandes historias, pero yo no puedo aspirar a eso, me falta dinero y talento. Así que vale este teclado para escribir el día que me gusta vivir. Si verdad o mentira no es cosa mía. Yo solo escribo. Y más que la verdad me gusta escribir cosas interesantes que interesen y se puedan rectificar. Digo rectificar, pero no porque fueran ofensivas las palabras o menospreciaran a Cervantes, sino porque conviene rectificar aunque solo sea para mantener el camino. A pesar que las palabras dejan huella, conviene estar consciente para que esa huella no sea el resultado de un pisotón o un traspié. Las palabras que se escriben tienen que dejar huella solo si aportan armonía y paz. Y esperanza para salir de este socavón que nos metieron estos impresentables. Disculpen.

Es mi deseo seguir escribiendo sin límites dentro de un orden ordenado por mi teclado. Ojalá no ofenda a nadie. Y por amor, si en un descuido alguien entra en de soslayo me llegue a querer... Sean felices. Muchas gracias.

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