viernes, 2 de enero de 2015

Merece la pena vivir.

En este nuevo año 2.015 que la Magdalena nos convocó a estar ligeros de equipaje y con el corazón abierto a la vida, resulta que el locutor del informativo de las 10 de la mañana en la radio nos cuenta que una persona amenaza con volar un tren en La estación de Atocha, Madrid. Y no sabe más. Si fuera José María Aznar el presidente del gobierno no sería una persona sería ETA, pero ya esa disculpa no cuela. 

La vida es el bien más preciado y a la vez más frágil que tenemos. No sé qué ha de pasar por la mente de una persona para que tome el camino del medio... Si digo que no sé no sé. Las circunstancias son malas para todos, y sí, para unos más que para otros, siempre lo digo, pero nada justifica un hecho así. Por lo vivido merece la pena vivir. Por ver amanecer merece la pena vivir. En cualquier circunstancia merece la pena vivir.

Vuelve el incidente al informativo del mediodía y el mismo locutor asegura que ya han detenido a la persona que llevaba una botella de agua en una mochila y que los Tedax revisan el convoy. Todo quedó en un buen susto. Pero el por qué de la acción desesperada de una persona con una botella de agua en la mochila... De eso nada se sabe.

Seamos inteligentes por encima del mal que nos acecha y utilicemos las palabras y las acciones de vida que tenemos a nuestro alcance para lograr el aliento necesario para seguir. No me quiero doctorar en psiquiatría con honores. Si de locura va el día no sé. Pero si algo sé de la vida es que es bella y que merece la pena vivir al margen de escollos, traiciones y decepciones que por cierto, corran los tiempos que corran, siempre habrá. No tengo más que decir. A no ser que, por inverosímil que parezca, merece la pena descubrir el amor cada día. Y su poesía. Merece la pena vivir.

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