viernes, 16 de enero de 2015

Cuéntame.

Desde el más allá o desde el Reino de los Cielos, no sé, me llega un saludo: ¡Hola!.

Soy poco valiente y me asusto. En mi pueblo, por agradable, nadie me saluda... Una amiga de antes: "tú siempre haciendo amigos". ¡Educación!. No pido que me quieran sino que me saluden... ¡Hola!. Seguiré saludando... "Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis..." (Mateo). No hace falta ser un Ente Supremo para saludar. Más que un saludo queremos el número de teléfono. Soy sincero si digo que yo no quiero ni el de Shakira: no sabría qué hacer con él ni con ella, para qué engañarnos.

No me cuesta saludar a mi vecindad, me gusta, quiero saludar y saludo, no solo por educación: Con el saludo normalmente me regalan una sonrisa... y una sonrisa para mí, ay. Un hola, una sonrisa y que pases buen día... ¿Qué? Soy de antes, de aquellos soñadores, los de despertar y esperar a que amanezca antes de exigir a un viernes que sea de fiar. Será o no de fiar según se vayan sucediendo los acontecimientos... 

Ayer estuvo en casa la niña Atenea y me llenó de risa y alegría para el fin de semana al menos. ¿Sabes qué tío? No cariño, no sé: Cuéntame. (Y mientras me contaba algo sobre Dora, la exploradora, pensé qué grande es el amor y la confianza de los niños. Y la inocencia antes de nacer a esta vida de fingimiento de los sentimientos).

3 comentarios:

  1. Yo tampoco sabría qué hacer con el teléfono de Enrique, es más nunca he querido verlo en persona porque me daría pena que supiera que su fan más fan, es una viejita. Ay que triste tristeza.

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  2. Que duro suena eso de "a esta vida de fingimiento de sentimientos".que duro ¿eh?

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