Mi esposa me dice seria que vamos a ir un fin de semana a Sevilla porque Antonio José y Nana. Mi esposa me dice pero no me pregunta. En mi casa dice mi esposa. Es mi esposa, son mis hijas, es mi casa y yo no digo nada, ni pinto que es peor. Soy un jarrón viejo sin llegar a antiguo que valga lo que paguen por mí.
Mi esposa sabe que me mareo en avión. ¿Y entonces...? Volar para mí es un acto de fe religiosa y no. Un avión, un piloto, un GPS y amén. Prefiero rezar a la María que a un ingeniero aeronáutico.
En avión, de mi pueblo a Sevilla sin escalas son unos cuarenta minutos. Una vez fui y creí morir. Le debo la vida a una azafata. No vuelvo a ir en avión. Vale que en coche es mucho conducir para mí, pero está el AVE ¿Qué no entiende? El AVE. "El avión", me dice. Pues no, son cuarenta minutos de vida no de agonía... Más allá de Antonio José y Nana está el cielo y el infierno.
Me parece había comentado algo aquí. Sepa la bola, ya no me acuerdo.
ResponderEliminarMal te veo. Tú sigue pegándole a la señorita pisiquiatra... Ay. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Ya no podré pagarle, está enojada conmigo. ¿Qué le voy a hacer? Me enfermé y no fui a terapia, suficiente para retirarme el habla. Blah y yo creyendo que los psiquiatras eran como dioses.
ResponderEliminarSon de andar por casa: lo que tú quieras que sean si te creen... Beso.
ResponderEliminarSalud.