La procesión mal.

La procesión mal, muchas gracias. Si se trata de hablar de la procesión de ayer, diré que la procesión va por dentro y que nunca había ido a una procesión por dentro. No volveré a actuar en una procesión. Y menos ir bajo palio. Si San Antonio Abad murió el mismo día que dona, no me explico qué pintaba yo allí...

Lo peor el alcalde. Yo sabía lo de "¡ha muerto el rey, viva el rey!", pero no "¡ha muerto el alcalde, viva el alcalde!". Ha muerto el alcalde... sí, estaba muerto antes de ayer, lo que no sabía era que no hay repuesto y que pasaba, como al Cid Campeador, vistirlo de lagarterana y sacarlo de procesión con San Antonio Abad y el cura. ¡Joder, dona, también estaba yo!. No conocía al cura. Como siempre ¡ni rojos ni maricones ni otra gente de mal vivir!. Al menos tú, carinyet, podías entrar en la iglesia una vez al año... Ayer fue un día riguroso, se podía masticar el frío que generó el ambiente.

A lo que iba, la procesión mal y la cena mal. Por cierto, de todo, la niña ya mujer que nos antendió en la cena. Era una niña cuando la conocí; yo era amigo de su padre, a la vez cuñado del alcalde (es lo que tiene vivir en un pueblo pequeño), ahora es casi una mujer. Y muy bonita. Lo único que mereció la pena de la noche más larga desde hace tiempo.

En este pueblo aún no se han enterado que "¡españoles, Franco ha muerto!". Hoy, un domingo de decir la verdad, podía asegurar que Franco se hizo el muerto... Pero "no hacerse el muerto para que no lo lloren", que dijo Cabral, hacerse el muerto para vivir eternamente. Como un barco a la deriva con el mar en calma; como el amor cuando deja de ser amor para ser un cuarto oscuro en un hotel. O una pensión a fin de mes. Todo desavenencias de voluntades en el día de ayer.