Hablo de libertad de expresión, incluyendo el libre albedrío, para decir que asumo el riesgo de perder la cabeza por amor.
Sonrió al leer lo de arriba por considerar que pudiera ser un testimonio cercano a la poesía. Un poeta siempre miente. Y una musa no se entera.
-Adiós, poeta.
-Que te vaya bonito, musa.
Un poeta, de ser, piensa que es imposible escribir al amor sin herir los sentimientos. Amor, desamor, qué importa. Los sentimientos son sensibles y celosos de sí. Y más en un mundo cibernético donde la imaginación tiene un papel preponderante.
No es lo que cada cual piensa que es. Ni falta que le hace. Cada cual tiene bastante para sí como para preocuparse por él y por ella. Poeta y musa. ¿A quién importa?
El tiempo dominante duele al correr los años. Por eso el pensamiento que soporta los años se desbarata al ver y sentir algo nuevo al desperezarse con el nuevo día y darse cuenta que el desengaño no es sino ser uno mismo atrapado en una realidad que no acepta.
-A mí me importa... ¡qué!, ¡qué!, ¡qué!. ¿Ya te vale, no?
-No me vale, no. En ese sitio no escribí de ti ni para ti. Simplemente fue un adiós sin acritud a quien formó parte de un hermoso proyecto literario. No hay más. (Para que nada te aleje lo he borrado).
No borres nada, son tus escritos. Cada quien entiende lo que quiere entender y se hace líos con ello. Quizá...
ResponderEliminarEs tarde.
ResponderEliminarSi, lo supe desde ayer. Solo decía.
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