miércoles, 28 de enero de 2015

Las calles de Ana Botella.

La alegría por mi amiga, porque sé que le gusta la política y puede hacer mucho bien por este pueblo se ha llevado toda mi indignación. Hoy me levanté con la cara de los entierros por tanta ineficacia política y tanto ser estupendo pero ya no. Los políticos son cansinos como un cuñado en la sobremesa por Navidad (aún lo tengo clavado en mi psique). Humillado, hablo del pueblo, no me explico adónde lo quieren llevar. Indignación ciudadana por los comportamientos de la clase dirigente. 

La indignación es un fenómeno social que forma parte de nosotros como una carga explosiva que a poco que la menees explota y adiós los políticos y los banqueros y los cardenales y etcétera.

Pero el asunto es otro y no, que lo uno lleva a lo otro. Me cuenta mi esposa que con una amiga (y tiene más. Ella tiene más amigas que yo) va a Madrid el día 31 a salir por las calles de Ana Botella (primero fueron de Manuel Fraga... Las calles fueron y son de los mismos) con pancartas y sin violencia. Mi esposa asegura que para las generales tiene el voto decidido... Si hablamos de iluminar el futuro la pasión es mala si no se canaliza correctamente. El desazón colectivo llena de ira el día y no es para menos. Una cosa está clara, ningún juez nos condenó a cadena perpetua.

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