¿Qué ocurre, por qué las teclas no responden? ¡Joder, dona!. Cuando mis seis neuronas se desbaratan una historia por escribir se desvanece. Tal vez una carta de amor, una canción, otro desvelo.
Me conozco, no es nuevo para mí este estar atrapado en el amanecer. Nada cobra sentido y me convierto en un embadurnador virtual de la realidad. El viernes se definió tarde y no me fió, y hoy, sábado de los fieles difuntos, estoy atrapado en el amanecer. Y es que son muchos los años amarrados al silencio. Muchos años repetidos y mucha violencia incontrolada en mi mente. Voy y vengo... me llevan y me traen. Las crisis pasan, los gobiernos también, pero las penas se quedan en la desesperanza. A este país como a mí, un día se nos apareció una página en blanco y no la supimos escribir a tiempo. Y el tiempo no perdona, como el desamor, amor, con más amor que decisión. No es bueno para mí recordar otros tiempos, también míos y de este país vencido. De viejo, veo pasear el tiempo mientras las arrugas de mi piel hacen surcos y las canas se engarzan en el peine. Soy viejo. Y cuánto duele traspasar un país vencido... Lo dejaré como lo cogí, desahuciado y sin consuelo. Una página en blanco y un teclado que no responde... y a peor, ahora el monitor se ha apagado burlándose de mi incapacidad. Mi viejo ordenador que me ordena de nuevo cabalga desbocado por mi mente. Y tú no estás.
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