Una amiga me pregunta si tengo conciencia de lo que escribo... Y ya está. Mi amiga es así de simpática. Creo que se refiere a lo que escribo cuando me viene el viento de cara. Vale, cuando no tengo conciencia de lo que escribo... Mi amiga es una mujer de pocas palabras y demasiadas preguntas. Es una amiga que apenas me habla y cuando lo hace es para insultarme. Es una amiga que no sabe lo que quiere. Estaría bien que no me insultara, pero es su forma de dirigirse a mí y no me molesta. Pero con su pregunta me hace reflexionar acerca de lo que escribo. Siempre digo que escribo, o me gustaría escribir sin ofender la palabra, y con los humildes en el corazón, pero no siempre soy consciente de lo que escribo. En eso tiene razón.
La conciencia lleva a actuar conforme a un orden orientado hacia la búsqueda permanente y yo no sé qué tengo que buscar. Sin embargo, estoy en condiciones de afirmar que las vidas paralelas se juntan en Les Seniaes. O sea, que a la conciencia de libro se le oponen los sentimientos. Según la RAE , la conciencia, es esa propiedad del espíritu de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. Tal vez mi amiga en mis escritos haya encontrado algún atisbo hiriente hacia ella. Yo no soy consciente, ni persona de decir siempre la verdad, siempre lo digo, pero ¿qué ocurriría si todos dijéramos la verdad que encierran nuestros sentimientos? Porque hablo de sentimientos. La verdad y la mentira tienen poco que ver si hablamos de literatura, la moneda de dos caras, la falsa moneda que abusa de la expresión de una lengua.
A mi amiga le cuesta hablar conmigo, otra cosa sería enviarme a la mierda. Pero su comentario no es gratuito, algún sentido tendrá que no alcanzo a comprender. Por ser quien es, me declaro culpable, que ella ponga los cargos. Luego asumiré las consecuencias y corregiré el daño si aún estoy a tiempo. No puedo permitir que quien bien me quiera me deje de querer por un malentendido quizá.
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