Por agradable y simpático, o por envidia que no sé, nadie se acuerda de mí. Ni un e-mail, ni una llamada a la puerta, ni siquiera al móvil. Por eso hoy, viernes de fiar, y por si aún estoy a tiempo de recuperar mi credibilidad, quiero confesar que no fui yo el que casi se mata por la escalera, que fue mi esposa. Y que quiero aceptar mi realidad. Hoy escribiré mi última carta de embustero por amor. Porque mis embustes siempre fueron honestos, al menos en el fin que perseguían, pues yo solo pretendía que alguien me viera, se fijara en mí y me diera tiempo con el fin de que algún día quizá me llegara a querer.
Esta será la última carta en pocas palabras que escribo de embustero por amor. Y lo hago porque creo que ya está bien de mentir, porque el fin nunca justifica los medios, y porque dentro de mí escuché una voz anunciándome la muerte. Y para quedar en paz con la María y con mis sentimientos, no volveré a mentir en el tiempo que me quede por vivir. Lo prometo.
Y ahora, quiero escribir otra carta, para decir que he guardado en secreto un sentimiento de verdadero amor durante años. Y como es sincero... Quiero que comprendas lo que es la síntesis de ése amor ya ajeno a la influencia emocional pero amarrado al sutil y noble sentimiento que, como una voz tranquila, se convierte en utopía. Al conocerte, tu mirada decidora me hizo sentir un coro de cantos líricos en el alma. Cantos líricos que, con en el tiempo, emergieron como virtudes sublimes y fueron capaces de penetrar en los intersticios de mi caótico universo. Desde aquel día, las pálidas transparencias de los amaneceres en mi vida se convirtieron en fuertes seísmos con la cualidad de convulsionar la quietud de mis sueños. Al alba cada día te veo volar con el rocío de tu bendita imagen hacia las pasiones emocionales que luego se transforman en odas de elucubraciones más allá del deseo. Fuero miles las veces que pensé acerca a la confesión verbal, pero cobarde me detuvo el temor a perderte... Si hoy me lees, y la lectura de esta carta provoca en ti un sentimiento en tu íntima sensibilidad, si sientes como yo, amor, quiero que sepas que ya nunca seré pasado ni futuro, que solo seré presente desde la nada. Llegado este punto, quiero decirte que te escribiré una carta personal que dejaré en el mismo lugar donde nos conocimos. Será una carta de amor con metáforas en estado puro de pasión. Una carta de amor donde el erotismo perturbador empuja hacia el abismo de la desesperación. Una carta de amor que se rinde ante la germinación siempre primaveral de la santa poesía. Una carta de amor sin fin por no saber si mi amor es compartido.
Mujer de risa delicada y de poses infantiles, me iré sin saber si tu silencio ocultaba algo más que asuntos inaplazables. Por mi parte, me entrego a la tentación y te declaro mi amor. Es todo y no es poco, al menos para mí. Beso eterno.
Esta será la última carta en pocas palabras que escribo de embustero por amor. Y lo hago porque creo que ya está bien de mentir, porque el fin nunca justifica los medios, y porque dentro de mí escuché una voz anunciándome la muerte. Y para quedar en paz con la María y con mis sentimientos, no volveré a mentir en el tiempo que me quede por vivir. Lo prometo.
Y ahora, quiero escribir otra carta, para decir que he guardado en secreto un sentimiento de verdadero amor durante años. Y como es sincero... Quiero que comprendas lo que es la síntesis de ése amor ya ajeno a la influencia emocional pero amarrado al sutil y noble sentimiento que, como una voz tranquila, se convierte en utopía. Al conocerte, tu mirada decidora me hizo sentir un coro de cantos líricos en el alma. Cantos líricos que, con en el tiempo, emergieron como virtudes sublimes y fueron capaces de penetrar en los intersticios de mi caótico universo. Desde aquel día, las pálidas transparencias de los amaneceres en mi vida se convirtieron en fuertes seísmos con la cualidad de convulsionar la quietud de mis sueños. Al alba cada día te veo volar con el rocío de tu bendita imagen hacia las pasiones emocionales que luego se transforman en odas de elucubraciones más allá del deseo. Fuero miles las veces que pensé acerca a la confesión verbal, pero cobarde me detuvo el temor a perderte... Si hoy me lees, y la lectura de esta carta provoca en ti un sentimiento en tu íntima sensibilidad, si sientes como yo, amor, quiero que sepas que ya nunca seré pasado ni futuro, que solo seré presente desde la nada. Llegado este punto, quiero decirte que te escribiré una carta personal que dejaré en el mismo lugar donde nos conocimos. Será una carta de amor con metáforas en estado puro de pasión. Una carta de amor donde el erotismo perturbador empuja hacia el abismo de la desesperación. Una carta de amor que se rinde ante la germinación siempre primaveral de la santa poesía. Una carta de amor sin fin por no saber si mi amor es compartido.
Mujer de risa delicada y de poses infantiles, me iré sin saber si tu silencio ocultaba algo más que asuntos inaplazables. Por mi parte, me entrego a la tentación y te declaro mi amor. Es todo y no es poco, al menos para mí. Beso eterno.
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