-Vanos al mercado
-¿Estás segura?
-Vamos al mercado.
-Sí cariño.
-¿Estás segura?
-Vamos al mercado.
-Sí cariño.
Hacía mucho que yo no iba al mercado y las cosas han cambiado. Los puestos, que yo recuerde estaban alineados y ordenados por categorías: ropa, zapatería, perfumes, edredones, colchas y etcétera para un lado. Y frutas y hortalizas para el otro. También había ilegales con CDs y policía. Y al fondo de la calle el rastro: todo viejo, todo útil. Ahora hay menos puestos de todo menos el rastro, los puestos de antigüedades y todo útil ocupan casi todo el mercado. Y la ropa usada y los zapatos usados. Todo usado a buen precio. Solo las frutas y hortalizas ocupan el lugar de antes, supongo que sea porque hay que comer. Y menos puestos, eso también. Mi esposa compró un paraguas, empezaba a llover. Yo nada, los dos nos cubrimos con el mismo paraguas. Alguna moraleja tendrá todo esto que no alcanzo a comprender porque yo solo escribo, quizá la sociología y sus tratados tengan algo que decir. Además, un domingo de ir a misa yo solo quería escribir sobre la felicidad. Y no de zapatos usados a un euro si llevas uno y a dos si llevas tres. (De la felicidad hablaremos más tarde).
No hay comentarios:
Publicar un comentario