-¡Hola!.
-¿Crees que más allá del silencio está el olvido?
-¿Cómo estás?
-¡Contesta!.
-Yo también te quiero...
-¡Contesta!.
-Sí, creo que sí...
-¿Estás seguro?
-Supongo...
-Pues no.
-¿Entonces?
-Más allá del silencio existe un abismo donde la fuerza de una realidad incontrolable atrapa con aspereza las ondulaciones de la sutileza, las imágenes místicas del ensueño, las brumas de un mar embravecido. Aunque la burda acritud de lo inesperado a veces derrita los sueños más hermosos siempre queda en el alma un aliento de visión renovado que traspasa las barreras insondables de la santa poesía.
-¿Por qué pones en tu boca mis palabras?
-Las palabras no tienen dueño.
-Yo me explico parecido...
-Tú no te explicas.
-No te entiendo...
-Más allá del silencio se expande el perfume de los grandes deseos...
-¡Espera!.
-¿Crees que más allá del silencio está el olvido?
-¿Cómo estás?
-¡Contesta!.
-Yo también te quiero...
-¡Contesta!.
-Sí, creo que sí...
-¿Estás seguro?
-Supongo...
-Pues no.
-¿Entonces?
-Más allá del silencio existe un abismo donde la fuerza de una realidad incontrolable atrapa con aspereza las ondulaciones de la sutileza, las imágenes místicas del ensueño, las brumas de un mar embravecido. Aunque la burda acritud de lo inesperado a veces derrita los sueños más hermosos siempre queda en el alma un aliento de visión renovado que traspasa las barreras insondables de la santa poesía.
-¿Por qué pones en tu boca mis palabras?
-Las palabras no tienen dueño.
-Yo me explico parecido...
-Tú no te explicas.
-No te entiendo...
-Más allá del silencio se expande el perfume de los grandes deseos...
-¡Espera!.
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