miércoles, 21 de noviembre de 2012

A una amiga desconocida

La seguridad que uno tiene de sí mismo, o de otro, o de algo. La esperanza firme se llama confianza. Entonces, debe saberse, si es que se ignora, que el amor (haz memoria) y la santa poesía (vuelve a hacer memoria) han creado un tribunal para rendir cuentas sobre un posible tránsito hacia el olvido. (Sentencia en firme sería). Según parece mi comportamiento aporta un diario ejemplo de confianza caducada que obvia las elementales normas de respeto. A una amiga desconocida, tal vez mal llamada amiga, le digo que quizá tenga razón y que no estoy acto para escribir porque tengo una percepción de una realidad que no se corresponde con la verdad.

Distorsión cognitiva consecuencia de los años vividos sesgados por la influencia de una dictadura de hambre y miseria; de una naturaleza maltratada por el humano ser que no tiene fin; de una colindancia degradada en sus valores fundamentales. Y guerras, y enfermedades, y penas propias y ajenas. Y luego está la información de los medios de comunicación. Devoro la prensa y oigo la radio hasta altas horas de la madrugada y así no se puede escribir de acorde a la realidad. Escribir fidedigno no puedo. ¡Eureka!, está claro: yo soy la contradicción que me descalifica para escribir coherente. Mente absurda. Mente enferma.

Lafayette Ronald Hubbard dijo: "El ser digno de confianza es un bien altamente estimado. Cuando uno lo tiene, uno es considerado valioso. Cuando uno lo ha perdido, a uno se le puede considerar inservible. El respeto de uno hacia otro está basado, en no pequeña medida, en si la persona mantiene o no su palabra. A la gente que cumple con su palabra se le tiene confianza y se le admira".

Ahora no le digo a una amiga desconocida. Y pongo la cara seria de los domingos para ir a misa y digo que a pesar de los pesares nunca dejaré de escribir irracional, incluso. A pesar de estar harto de este mundo hipócrita con comportamientos que rayan la degradación del ser. Una sociedad en crisis de valores me obnubila la mente. Aunque más allá de la educación y los principios que me enseñaron o aprendí por mi cuenta, debo considerar callar y dejar que las cosas se solucionen por sí mismas... O escribir a las puertas del silencio. O esperar que hagan otras leyes. A pesar de que la ley primera es el respeto a la convivencia humana y la naturaleza que nos da la vida. Y son ley desde que el mundo es mundo.

En fin, me enseñaron a confiar en los demás al margen de tener la seguridad de que no me defraudarían, y así seguiré hasta que me muera. Me es indiferente lo que piense o diga de mí quien se le antoje y quiera. Cuando escribo mi comportamiento es correcto e integro. Cualidad humana. Respeto al Ser.

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