lunes, 12 de noviembre de 2012

Dile a tus ojos que mientan

Los ojos de los cocodrilos tienen doble párpado. Los ojos de los cangrejos son aéreos, están por encima de su acorazado cuerpo. Las serpientes y las águilas son los que poseen los ojos con miradas más agresivas. Y los tuyos… Tus ojos son los que tienen la mirada más triste.

Cada retina del ser humano acumula millones de experiencias, porque los ojos no son otra cosa que la presencia externa del cerebro. En buenas condiciones de luz, el ojo humano puede exteriorizar todo su contenido.

Querías conocerme y nada ni nadie te lo iba a impedir. Entonces, un día te acercaste decidida a mí, pero al llegar y cruzarnos la mirada tus ojos no pudieron soportar el momento y tus párpados tuvieron que acudir en su ayuda. Y sin despedirte huiste despavorida como solo un pájaro asustadizo huye del peligro de la naturaleza que le da la vida. Pasaron los meses sin tener noticias tuyas, aunque sabía que me leías cada día en silencio. Pero el tiempo impaciente no espera por nadie, así que poco a poco te fuiste alejando de la poesía que te dio vida. Y tus ojos de mirada triste dejaron de leerme.

Y pensar -confieso-, que de mil maneras
quise tergiversar tu nombre justo al lado de la palabra escrita...
Pero es imposible disimular los sentimientos
y siempre hubo un decir breve con tu nombre en cada frese...

Ya que la tristeza no merece condena,
por qué no le hablas de tu vida al amor,
de tu larga agonía,
de tu pena,
de la tardanza en hacer justicia.

Háblale al amor y dile que pare el tiempo,
que la vida no siga sin ti.
Y que le diga al amigo del alma que sigues viva.

Y tú dile al brillo de tus ojos que mientan,
que no digan la verdad,
que nadie sepa de tu pena.
Y que vuelvan a leerme,
porque estás en todas partes y en ninguna,
fantasmagórica y real en mi universo.

2 comentarios:

  1. De mi pena que no sepan, no quisiera contagiar a nadie. Pondré mi rostro en el espejo y mi mirada, sólo en lo bueno, entonces permitiré que vieran esa playa recorrida, el sueño de mi amado, el jardín de invierno que me habita repleto de recuerdos bellos. Te prometo, de mí, sólo lo bueno.

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