No fui a ver a los muertos, que los muertos tienen que descansar y debemos ser respetuosos, fui a ver a los vivos y sus ¡cuenta, cuenta... nomedigashaymadre!. Ya habían pasado por el cementerio días antes y hecho un buen trabajo: las tumbas estaban impolutas y adornadas con flores de colores. Tumbas que guardan los restos mortales de aquellos que fueron y nunca perecieron. Enterrados son omnipresentes con sus rostros y sus sonrisas, sus odiseas siempre en el pensamiento. El cuerpo que los encarnó en la tierra ya no existe, solo el recuerdo. Culpas de la vida son. Para los vivos es imposible el olvido, el desarraigo, el dolor, el vacío que dejan los muertos. Hay que vencer apegos, olvidar desprecios, y hacer de su recuerdo la chispa de la vida y vivir, nunca a morir, he ahí el gran reto. Por ellos y ellas. Paz a los difuntos.
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