No me funciona el timbre de casa, tampoco va ligero mi ordenador ofendido tal vez por lo de antes. No puedo abrazar a dona porque el bendito amor no es eterno. Y mi esposa y una mosca ayer se declararon la guerra a muerte y el flix que le echó me mata. Esta noche estuve a esto de salir a dormir a la calle pero tenía frío, y el frío también me mata. Pensé dejar la puerta abierta pero igual entraba un ladrón y me roba y luego me cambia por una vieja máquina de coser en el rastro, o entra una serpiente como la de Pons y no tengo Twitter. Cercano a las bodas de oro, aún no entiendo ciertos procederes de mi esposa, porque sabe que el esmalte de uñas y el flix me mata. En los años altos de la vida casi todo nos mata. Esperanzado, el viernes creí que el gobierno me iba a revalorizar la pensión y tampoco: Rajoy aún no sabe y hay que esperar. Llevo una vida de alergias, mentiras y de muerte. Un domingo de ir a misa, la meta será retomar los sueños de los invencibles. Los sueños de juventud entre amores y desengaños. Hoy, solo estaré dispuesto a soñar, a extasiarme en tu mirada y ganar el cielo. (Perdón por las nostalgias, es el flix que aún se mastica en mi casa. Pero aviso: La muerte anda buscando a los buenos).
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