A quien, con su comprensión y exigencia, motiva estas palabra de disculpa.
Le dicen la angustia de la página en blanco, y ocurre cuando uno no acierta a comprender por qué no le salen las palabras. Y pierde el control y las palabras que no le salen se convierten en exabruptos indignos. Nada que ver con quien pretende escribir con los humildes en el corazón. La literatura, la que sea, creativa o no, o literatura a secas, es un arte que aparece y desaparece porque quien tiene la facultad de interpretar las ideas y entrelazar las palabras le vienen a la mente y confuso es incapaz de escribir algo que merezca la pena de ser contado. Pero lo sigue intentando; lo intenta cada día porque escribir le apasiona. La angustia de la página en blanco es una angustia que mira burlona e incapacita. Se guasa y consigue sacar lo peor que hay en mí. Porque soy yo, ido soy yo. En fin, sin nombrarte, te doy las gracias.
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