jueves, 4 de octubre de 2012

¿Quién soy?

No recuerdo quién soy porque dudo de que haya existido, porque no tengo certeza de mi obra conocida, porque nunca tuve excesos, porque mi sombra ya no me sigue y, porque triste está la princesa... ¿qué tendrá la princesa? Ni siquiera recuerdo lo suficiente.
 
De cuando en vez tengo que arreglármelas con subterfugios para salir de casa, silenciar la lengua y encontrar los conceptos más allá de la palabra. Y me cuesta... me cuesta. Porque un día me siento incapaz de peinar el cabello que en parte me cubre la cabeza y otro día se me olvida. Soy viejo, así las cosas, así mi memoria. Pero como una cuerda que salta enroscada de una guitarra usada, fatigada y tensa, la palabra que es mi puente de acceso con el mundo exterior, mi escudo y mi arma. Esa palabra que me da la posibilidad de expresar mis sentimientos y algún desvelo con los humildes en el corazón, ahora también me falla y me abandona a veces. O se rezaga con el engranaje que sincronizadamente debiera simultanearse con mi mente y me confunde, y pierdo la noción, y caigo al suelo y me desparramo. Sin embargo, las ocurrencias siguen fluyendo de mi mente a borbotones y sinsentido al no encontrar el soporte mental necesario. Pero al recobrar la noción, y aún en el suelo, digo que daría lo que no tengo porque mi mente absurda volviera a reconstruir sus pedazos, porque el precio que pago es apenas, porque me apasiona escribir, y porque me gusta como soy. Y seguiré escribiendo aunque la palabra me falle o me abandone para siempre. A pesar de los pesares no pienso claudicar por lo mucho que amo en este mundo.

Y amo tanto,
que seguiré amando en mi pedacito de cielo
(donde todo comenzó),
y a escondidas si es preciso,
amando lo que tanto amo,
seguiré hasta que el poeta Ángel González me convoque y me ofrezca en eterno sacrificio.

A ti, mi inspiración.

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