La piedad denota compasión, y esta, a su vez, tiene visos de amor inherente a aquella dignificante verdad. Por lo que, y es obvio, cuando se miente, no es cierto que se pueda hablar de condición piadosa, es solo un decir convencional y justificativo, subterfugio acomodaticio del amor. Una mentira piadosa... Un apaño para maquillar un sentimiento hermoso, una historia gloriosa y épica... Cuánto amor se ha perdido por no decir la verdad... Y más por ese mentir lesivo que afecta a la confianza. La mentira, se adorne como se adorne, con muecas, risas o lágrimas, perjudica seriamente al amor.
Una amiga me dijo que cuando escribía sobre ella le hacía daño a veces. No le contesté, pero sin negar que mintiera, más daño le haría si dijera la verdad. Aunque la verdad se puede disfrazar de mentira con el fin de no hacer daño. (Y dale, y vuelta a empezar con la mentira piadosa). La verdad, se quiera o no siempre aflora, como el amor, y eso es bueno. Y la mentira salpica y moja con las gotas repelentes de la desconfianza, y eso es malo.
Cuando escribo, no soy persona de decir siempre la verdad, ni soy su defensor, aunque creo que si pudiera diría siempre la verdad (sublime e inexorable). Mahatma Gandhi dijo: "El amor y la verdad son dos caras de la misma moneda". Sin embargo, al que miente se le puede reprender o insultar, pero al que dice la verdad... Me pregunto qué consecuencias tendrá decir siempre la verdad... La verdad, esa verdad que sale de los adentros, indebida a veces... ¿cómo es una verdad indebida a veces? Yo, cuando escribo igual no, pero en torno a un café amargo siempre digo la verdad.
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