Esto tiene que acabar como sea, hablo de los desahucios.
Tengo que enviar al departamento de los acontecimientos revisables (es la esperanza) donde el ministro Ruiz-Gallardón estudia la pena de muerte revisable en el tiempo, una carta de reconciliación con la vida, porque a mi entender, de seguir en este plan, este país se verá avocado al suicidio colectivo. Hablo de desahuciar a las familias de sus casas. De dejar a las familias en la calle. De un éxito de la justicia que no acabo de entender. Hablo de sacar la policía por la fuerza de sus casas a una madre y a un padre en situación de desempleo y desesperanza y a sus hijos y sus abuelos que también. Tengo pruebas. Esta sociedad no es la que soñamos, siempre lo digo. Porque a pesar de no entender el porqué de la crisis en toda su extensión, el comportamiento del gobierno en este asunto de los desahucios se me hace imposible. Esto es un drama social que con el paso del tiempo colapsará los centros de salud mental. Y los cementerios. Carl Menninger, psiquiatra, dijo que en la vida de una persona pasa por su mente una de estas tres afirmaciones sino las tres: "cualquiera se mata", "ojalá me maten" y "a ése lo mato yo". Lo que no dijo es cuántas veces pasa por la vida de una persona matarse, que lo maten o matar. Supongo que tendrá que ver con el modelo de vida en el que se desenvuelva. Tendrán que ver con tantas cosas... Pero si uno se para a pensar y sigue la pista de los desahucios en este país, puede que éste sea uno de sus desencadenantes. Que el gobierno se deje gobernar por la avaricia y el afán desmedido de los bancos rescatados en su mayoría con dinero público es inconcebible.
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