viernes, 24 de julio de 2015

También me da por aquí.

“Yo y el Padre somos uno”. Jn 10,30. El secreto peor guardado para uno como yo.

Alguien pudiera pensar que mis olvidos tienen que ver con algo que no me funciona bien en la cabeza (claroscuro), o que simple y llanamente es mentira. Mentira no, eso sí. La cabeza igual. ¡Oiga!, me olvido de las cosas y eso no puede ser tan malo. Mi esposa es una santa, pero ayer me olvidé de comprarle tabaco y no dejó de insultarme toda la noche. El estanco ya estaba cerrado, asumí mi culpa pero ni eso: me dijo que me acercara a casa de la estanquera. ¡Qué perdí yo, Dios mío, en casa de la estanquera a las doce de la noche!. Hoy me levante y tenía una nota pegada en la pantalla de mi ordenador: "El estanco, recuerda...". El estanco no me altera pero los puntos suspensivos... No puedo dejar de pensar en los puntos suspensivos... Miedo me dan.

Mi esposa perdona pero no olvida y yo olvido pero no perdono, más que nada porque olvido antes de perdonar. Lo que no sé, es que si fuera capaz de recordar, olvidaría algunas perrerías que me hicieron o hicieron a otras y otros. Sí, hablo de política. ¿Perdonar es olvidar o viceversa? Ay, no sé, el asunto no está claro. Los jueces no perdonan, sino que se lo pregunten... y dale con la política. Tiene razón Guardiola, el jugador que fue de la selección española de fúrtbol cuando dice: "en la vida todo es política" (y la pela es la pela: Mas proveerá). No tiene sentido el perdón si hablamos de política. Ni humana ni jurídicamente. Yo nunca perdonaré a un político corrupto. El juez no sé, allá él y su interpretación de la ley yo no, que el voto era mío y el dinero de todos y de todas. Si poeta: "Lo mejor del recuerdo es el olvido". Y eso que a veces ocurren cosas que te dan ganas... Desde luego yo a Alemania no quiero ir. Tampoco que me lleven. Amén.

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