Para ser un viernes de fiar, ni una sonrisa transparente, ni un afecto sincero, ni una oración, ni un corazón que diga te quiero por boca de la Magdalena. Ni una mirada tuya. Solo una página en blanco y todo lo que conlleva que es nada.
Porque Les Seniaes sin Ian y Patricia o dona, ay, no existen, fui a la playa y de allí vengo. No es una playa de sombrillas y toallas y niños jugando a la pelota, es una playa solitaria que los del lugar tenemos en exclusiva. Pues paseando por su fina y blanca arena, en el preciso instante en el que una ola se estrelló contra mis pies se dejó oír un murmullo. Era una queja más que un murmullo de dos pequeñas caracolas enrojecidas de rubor.
De los tiempos infinitos que frecuento, jamás me ocurrió algo así. Sin embargo lo esperaba de los tiempos por venir... Tus ojos dentro de dos pequeñas caracolas. (Nunca tanto te pedí, me hubiera conformado con tu mirada).
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