martes, 14 de julio de 2015

Bella Grecia.

Pobres, lo que se dice pobres o muy pobres, siempre hemos sido. Pero ahora, además, somos mezquinos. Yo creí que algún día podíamos llevarnos bien y querernos. O solo llevarnos bien, pero no. Nunca seremos nada de nada. O como mucho miserables... y avaros y mezquinos si junto es más. 

Nunca pensé que podíamos llegar a esta situación de vida sin las caricias que Grecia, como nación independiente, nos regalaba con su belleza. Ni Grecia es Europa ni Europa somos todos. Teníamos historia, teníamos dignidad, teníamos fe en nuestra clase política y ahora no tenemos y estamos inmersos en la codicia y la usura del que tiene lo hipotecan y el que no tiene lo echan. Y en eso estamos... Y también a la espera que mañana el Parlamento Griego apruebe las terribles medidas correctoras impuestas por la UE. ¡Señor, sí señora!. O no, la cosa no está clara... Veremos.

Grecia está sola y eso es lo que hay ni más ni menos... Grecia está sola. No hace mucho tiempo decir Grecia era decir canciones, alegría, amor de madrugada, sol y mar. Esfuerzo de sus gentes por un futuro mejor. Bella Grecia. Y no poca cultura origen de la democracia y al filosofía.

¡Qué bajos hemos caído, solo Francia hizo un poco de resistencia controlada!. ¡Qué bajos, ay, pero qué bajos!. Éramos pobres y estábamos jodidos económica y financieramente y en esto llegó el Euro y nos regaló el esperpento (culpas a Ramón María del Valle-Inclán) que deforma la realidad recargando sus rasgos más grotescos a la vez que sometiendo con una elaboración a la carta un futuro que no es sino pasado. El futuro ya pasó, veremos qué porvenir nos espera sin sangre en el corazón.

Pobres ya lo éramos, pero íbamos tirando con un poco de todo y algo más de esperanza. Si Merkel o la globalización o los viejos que ya estamos tardando no sé, el caso es que para esto no nos hacía falta ser europeos, con ser griegos o españoles nos bastaba y sobraba. ¡Y qué genio Rajoy en defensa de nuestros intereses sureños!. Es triste, muy triste no ser ni sentirse parte de algo, ni siquiera pertenecer a un club del que te puedan echar como del bar de la esquina cuando solo valen los insultos. ¡Qué poca vergüenza!. Y ahora es la hora de negar la vida que se hace tarde... Ni patria, ni héroes, ni bandera, solo una tierra de algunos y un cielo de nadie. Sino apátridas somos mucho más que forasteros.

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