No es que yo sea de mucho pensar, mi mente absurda si la pongo a pensar me levanta un dolor de cabeza de cuidado. Mi mente más parece un procesador del siglo pasado. Aclaro que no tengo ni idea de lo que es un procesador del siglo pasado. Sea lo que sea, mi mente no dista mucho de las mentes de la mayoría con procesadores de última generación con los cuales sus portadores saben distorsionar y manipular la verdad o llanamente mentir. ¿Qué? La mente humana es un laberinto insondable con esquinas dobladas y callejuelas estrechas donde se actualiza a los muertos, un amor o yo qué sé. En el país de las apariencias uno no sabe qué pensar de los demás: somos de lágrima fácil. Somos débiles de espíritu. Quién pudiera saber lo que saben los que dicen saber para echar la mente a andar hacia atrás en busca de algún olvido para completar su historia. Según lo explico pareciera que la mente humana solo vale para recordar y no. Absorbe información y actualizada datos que son aprendizajes. Además de pensar y otras utilidades. Y cada cual tiene la suya que utiliza o lo utiliza. También hay mentes retorcidas que no se puede hacer vida de ellas. Yo, sin ir más lejos, soy portador de una mente retorcida. No la soporto. (Me temo que esto se hará largo, pido disculpas. Cuando saco mi mente a pasear luce sus mejores galas). La mente humana se comporta diferente según la edad o el estado de ánimo.
La mente de un adolescente, o la de un enamorado, o la de un parado, o la de... y etcétera. ¿A quién le interesa saber lo que nos pasó si olvidado? Soy hombre de paz, pero mataría a quien me recordara mis olvidos. En los años altos no me metería en la mente de un adolescente ni por todo el dinero que Grecia le debe al FMI. O España si es más (que lo será pero ahora toca humillar a Grecia). En la mente de un enamorado no porque sería demasiado triste. De ser enamorada igual sí: me gustaría saber qué pasa por la mente de una enamorada (resumido, que las enamoradas hacen de un beso casto una historia de amor. Al pan, pan y al vino, vino, oiga). En la mente de un parado, o la de los puntos suspensivos y etcétera que son desgracias evitables por los gobernantes que solo piensan en ganar elecciones tampoco: todas las emociones dirigidas por mi ira manejaría mi voluntad y me tornaría en peligro público.
Soy incapaz de doblegar mí mente absurda cuando cobra protagonismo fuera del alcance de mi voluntad... Quizá sea exigencias del guión. No sé. Daría lo que no tengo por conocerme y volver a empezar evitando algunos horrores de mi vida... A veces, uno no sabe lo que gana hasta que lo pierde... Sean felices. "Ahora que los sentimientos sienten sin miedo". Canta el Sabina.
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