sábado, 18 de julio de 2015

Por dona.

Por dona. Ayer, con dona muerta, tenía que cancelar una deuda de disculpas para olvidar desde hace tiempo. Llamé a quién creo debía una explicación. Llamé como lo vengo haciendo los últimos siete meses solo de cuando en vez. Ayer llamé por última vez. Buscaba su afecto no su amparo. Necesitaba decirle que no sabía si podría desalojarlo de mí sin lastimar una historia. Llamé y todo bien. No hablé con él: es una persona muy ocupada, lo bueno que yo no y hablé con su secretaria que no entendía mis palabras de disculpas con afecto... Al final me preguntó cómo me llamaba. Se lo dije y le agradecí su tiempo. El asunto me dejó herida la tarde pero sentí alivio. Vuelvo con de soslayo a escribir el día que me gusta vivir sin temor a olvidar mis disculpas, que no la historia. (Quizá ya ocurrió). Simpre agradecido.

La memoria es un problema para mí, y antes de olvidar quería cancelar mi deuda: no soy de borrón y cuenta nueva. He conseguido mi proposito y no pienso hacerme la catarsis por no poder hablar con él en siete meses. Elijo escribir y en eso estaré hasta que mi mente quiera o no sé. En de soslayo, y con dona ya de regreso definitivo. No volveré al tema.

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