Ayer, la memoria vino a cenar y me recordó la modificación de pareceres y ataques de celos que enfrentan la amistad. Comentarios que tiran a matar y quieren salir victoriosos de la contienda. A veces se dicen cosas que hieren al lector y recolectan respuestas de destrucción masiva. La culpa de otra es y no mía. (Nadie quiere ser culpable ni su dueño).
Por enfrentar la amistad a la respuesta fácil ocurre lo que ocurre: Crisis de confianza. Lo ocurrido simplemente ha sido un intercambio de palabras sin más sentido que el de buscar el enfrentamiento dialéctico. El asunto es ese y lo demás historia. Manda la amistad, así que dejémonos de caprichos infantiles: el tiempo corren en contra y el viento a favor.
De viejo, por recuperar la inocencia daría lo que no tengo. Desdecirnos de lo que dijimos no es posible. El perdón hay que merecerlo y Dios y la Magdalena están de vacaciones, así que hacemos las paces y volvemos a la santa poesía priorizando la amistad o que nos rediman nuestros herederos. Mucha felicidad y mucha salud. Amén.
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