En ese afán por desprestigiar la buena fe de una persona todo vale: la mentira, los comentarios sacados de contexto, etcétera. Y nadie está libre...
Vuelvo a los celos del domingo para decir que de viejo soy testimonio viviente de grandes decepciones. Y de todas las decepciones y otros desengaños ninguno como los celos. Lo sublime del amor colindante desaparece cuando asoman los celos en la vida de gentes que se transforman en seres despreciables... Para tantas ofensivas palabras y salidas de pata de banco una mirada de soslayo (si algo respetan los celos es el silencio). Los celos, tanto en la teoría como en la práctica, se descalifican solos. Del fanatismo que los alimenta ni hablo. No tengo más que decir. Solo indiferencia.
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