Nació y siguió creciendo, serenamente, a pesar de carecer de amigos y juguetes. En la escuela confirmó las ventajas del pacifismo esmerándose al poner la otra mejilla, la otra mano, el otro ojo, hasta que manco, ciego y sin mejillas, regresaba tranquilo a casa de sus padres para escuchar afable sus quejas y maldiciones.
Cuando accedió al mundo laboral aprendió como nadie, con extremada paciencia, a tolerar abusos, soportar atropellos y consentir excesos, satisfecho y complacido de sobrellevarlo con una sonrisa.
Al hombre pacífico nada lo amilanaba y, a pesar de las afrentas, él siempre tenía para ofrecer otra sonrisa, otra oreja, otro pie, hasta que sin mejillas, manco, ciego, sordo y cojo, regresaba a su casa para tratar de apaciguar la frustración y la cólera de su mujer y ocuparse, además, de atender a los muchos cobradores y solicitarles nuevos plazos y menos intereses. Así fue que, además de sin mejillas, manco, ciego, sordo y cojo, también quedó sin pecho y sin espaldas. Ni cuando lo desalojaron de su casa, lo despidieron del trabajo y lo abandonó su mujer, tuvo el hombre pacífico un mal gesto o una peor reacción, tal vez porque aquel hombre carecía de gestos y reacciones.
Cuando solo le quedaba la palabra y el hombre pacífico había cumplido al menos cien años de existencia, un mal día, sin que nadie pudiera explicárselo, con un hilo de voz susurró delante del espejo un postrero y definitivo ¡joder, dona, ya vale! que llegó a oídos de todos: sus padres, su maestro, su mujer, su patrón, los cobradores y antes de que tuviera ocasión de arrepentirse, frente a su desahogo y airadamente le reprocharon su desvergonzada intolerancia, su grosera intransigencia, su mala saña, su peligroso fanatismo; el hombre pacifico también acabó perdiendo lo único que le quedaba: la palabra.
Sin palabra el hombre pacifico esta jodido, con el perdón de su merce, aunque a decir verdad ya lo estaba desde que ofreció la otra mejilla.
ResponderEliminarLos que creemos en un solo dios verdadero siempre ponemos la otra mejilla... Beso.
ResponderEliminarSalud.
¡Tomala barbón! Pa' que te eduques MaLquEridA.
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