martes, 8 de abril de 2014

Un entierro de los de antes

A de soslayo, un día se asomó por casualidad un amigo, y a un comentario absurdo sobre la muerte, dejó escrito algo así como que, la muerte de un ser querido es para despedirlo con alegría y no con pena y dolor de plañideras. Recordando anécdotas, tomando unos vinos y cantar, si fueran de esos, de parranda nocturna y algún beso. Que sus amigos y amigas lo recuerden el día de su muerte como vivió. Pero eso sí, no hace falta solidarizarse hasta el punto de morir por mucho que se le quisiera.

Al llegar a casa del difunto se le iba a ver al ataúd; solía estar en una habitación con la cara destapada. Y se le recordaba en silencio, ¡qué cabrón!, ¿y ahora? Luego se pasaba a la cocina (de aquella no había salón ni un lugar amplio donde recibir a las visitas. Como ahora, todos éramos pobres: la cocina y dos habitaciones, al margen de los hijos -si muchos apilados-), donde había bandejas de comida y bebida. Y a comer y beber, hablar poco, si acaso un recuerdo con una sonrisa reprimida. Era un día de complicidad cargado de humanidad. La hipocresía y algún rencor se dejaban a la puerta. ¡Amigos y amigas hasta la muerte, leales y coherentes con la vida!. Ah, y nunca un amigo se iba sin una botella de su bebida de alcohol preferida en el ataúd para el tránsito: nunca se sabe.
 
Mucha gente piensa igual. En mi pueblo de antes los entierros eran así. Recuerdo a mi padre: "voy de entierro". Y a mi madre preguntarle, -¿volverás hoy? Si no pierdo el tren mañana volveré pasado, le respondía para que no lo esperase levantada. Las borracheras hacían época en los entierros de cuerpo presente. Un viejo que un día fue joven lo recuerda. Despedir al amigo haciendo lo mismo que cuando vivía, ese era el plan. Y luego de enterrarlo, la fiesta seguían unos días más en su honor... Lo que hacían los deudos no recuerdo, tal vez atenderían, como buenos anfitriones, a todos según manifestaran su dolor o alegría por el difunto.

2 comentarios:

  1. Ni idea, cuando yo muera no quiero a nadie mas que a mis hijos, mis tres sobrinos que crié -dos me quieren como a una madre- Barry, Natalia y su mama si así lo quiere. Darán cafe bolillos, cuernitos y ojaldras, cocacola fría y tocaran música de Enrique, todo eso ellos ya lo saben.

    Lo demás ya no será mi problema.


    Buenas...

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  2. Diles que por pongan por allí cerca una mazeta de barro con una planta. Es vida vegetal. Y florecerá en primavera... y una cosa tal vez lleve a la otra. Beso.

    Salud.

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