Dices que me lees en el silencio y no tienes ni la más mínima idea de lo que escribo. Deberías ponderar el hecho de que más que mis decires necesitas un brazo pegado a un hombro, el amigo que hay en mí, quiero decir. No te entiendo, quizá juzgo mal tu silencio y ya estás a la diestra de Dios Padre... No te perdonaría: no te irás de mí sin avisarme, adónde es lo de menos, lo demás es que eres mi amiga y nos hemos hecho esa promesa (recuerda). El miedo a la muerte nos hará libres. No hemos llegado hasta aquí para dejarnos vencer tan fácilmente.
Te conozco más que tú misma y quiero hacerte saber que no estás ni estarás sola en tu aflicción. Por cierto: ¿Has rogado a tu dios poeta por mí? Me he planteado seriamente quererte, ya te quería, pero ahora, además, quiero estar absolutamente de tu parte si decides no volver. Ninguna situación de vida extraordinaria impedirá cumplir mi promesa. Y recuerda que, cuando creas que todo está perdido, en esa parte sutil que hay en ti donde habita la poesía capaz de elevar el espíritu estoy yo.
Mi dios poeta se llama Emilio pero mñeh tampoco el me escucha, si no a ver dime tu que todo lo sabes ¿Donde esta mi inspiración y mis ganas de escribir?
ResponderEliminarNadie tiene la respuesta mas que yo y yo estoy ciega de eso porque no la veo.
¿Vale decir buenas.... después de todo?
A mí sí. Beso.
EliminarSalud.
Pues entonces buenas tardes según creo, ya son tardes.
ResponderEliminarLo son. Beso.
ResponderEliminarSalud.