Vivir es no dejarse llevar. Sabiamente tenemos que elegir la ruta que nos amarra al camino, y caminar sin perder el norte. Sí. Una existencia se hace muy larga según y cómo. De ahí que conviene estar atentos a los devaneos que conlleva vivir. A veces nuestros sueños son pesadillas, otras nos envenenamos y lo consideramos trivial, sin darnos cuenta de la intoxicación que sufrimos. Conviene estar atentos para que nadie sabotee nuestras iniciativas de vida. En la mente de algunos anidan mentes rígidas y cabezas huecas que nunca apreciarán la buena fe del intento por mejorar las cosas: hay que sublevarse a la agonía que produce el desinterés o la influencia de quien no sabe valorar a la persona por su valía y no por las apariencias.
Una experiencia quiere postular una vida diferente con todas las consecuencias. De ahí que, a quien tanto le cuesta superar sus miserias conviene recordarle que solo el cartero llama dos veces, y que si te vi no me acuerdo. La opción no es atragantarse de rutina. La rutina, si hablamos de amor, es el amigo gorrón que llama a la puerta y viene para quedarse.
"El amor nos enseña, no cómo ser felices, sino cómo hemos de comportarnos para merecer la felicidad".
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