Se llama Audrey y es un amor:
el asomar del arco iris,
el amanecer que anuncia el nuevo día.
Se llama Audrey y es un amor:
la mirada que se adhiere al cansancio de vuelta a casa,
la luz que elimina la tristeza del alma.
Se llama Audrey y es un amor:
pero sus huesos se agarrotan
y su carne se agrieta;
la salud no entiende de amor.
Temblorosa como una gota de rocío finge su dolor.
La alegría que alimenta el anhelo de dos.
Corren malos tiempos para el amor...
Se llama Audrey y es un amor.
¿Puede la enfermedad llevarse la última
gota de amargo dolor y conformarse?
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