Pero tengo un amigo que es más un hermano que jamás hubiera imaginado tener. “Pero aprenderás un día, soldadito boliviano, que a un hermano no se mata, que no se mata a un hermano”. Nicolás Guillén.
La distancia me ampara, porque si no, no se explica que siga siendo mi amigo... Es sevillano y lo tengo de amigo en Facebook. Mi único amigo en Facebook. Iba para político y se quedó simplemente de empresario. Alguien pudiera pensar que poco o en nada se diferencia un político de un empresario, pues los dos miran únicamente para su bolsillo, pues no, y si mi amigo es la escepción que confirma la regla lo será. Pongo la mano en el fuego por él.
En un mundo globalizado e imperialista a matar, donde vales según tengas, la peor de las credenciales posibles es no tener amigos. La tragedia de alguien como yo de amistad por correspondencia es que pierda la contraseña del "emilio" que soy por el que seré. Al paso de los años, soy apenas un ilegal a punto de ser deportado. No pretendo conmover a una ONG de solidaridad y defensa de los derechos humanos, solo quiero que se sepa que tengo un amigo y que de cuando en vez me llama o le llamo para decirnos simplemente amigo.
En casos de excepción como el que hoy me obliga a escribir acerca de la amistad, pienso humildemente que le debiera hablar de él a la Dama que no me deja ir, pero acabaría confirmando, por otra parte, la sospecha que tiene acerca de la capacidad que tengo de sentir, y eso no estaría bien. Sería inusualmente grave, humanamente inaceptable y políticamente cínico e irresponsable (bajo mi punto de vista).
Por cierto, ayer le llamé para decirle que el Valencia le estaba ganando dos a cero al Sevilla y me dijo que dejara de escuchar Radio María, que el Sevilla jugaba hoy con el Betis, "ahí es ná". Lo acabo de comprobar y es cierto. Sevilla-Betis. Un Domingo de Ramos para creer o pecar, señalado para la fe en cualquier caso.
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