En el silencio oscuro de la madrugada, y bajo la sutil impronta de una angustia, la aflicción de una mujer despliega sus miedos, y a pesar de conocer el doloroso motivo que lo causa, sus sentimientos se hacen notar más que el razonamiento.
Somos seres imperfectos que a veces nos une un lazo incomprensible que no deja de mostrarnos su invisible existencia. En el silencio oscuro de la madrugada donde vuelan las sensaciones de las utopías y las auroras con claros espejismos... En la fuente de la imaginación una música dulce se desliza tierna por la intimidad de una verdad que no se quiere entender. Todo se observa más allá de la palabra, incluso más allá del pensamiento: es la soledad marcada por la reflexión donde bullen las manifestaciones heterogéneas de una mujer enamorada.
Somos almas gemelas en permanente evolución. (Universos incompatibles). Hace frío en el tinglado espiritual de nuestra existencia. De ahí la necesidad de sentirnos humanos: la empatía, la confraternidad, la capacidad de actuar con equidad, el privilegio de servir sin esperar recompensa, el juicio ante la mediocridad, el deber ante las adversidades, la responsabilidad y todos los valores que se hacen realidad en el transcurso de la vida. Esto conlleva a destacar inexorable la individualidad, no solo en el marco de lo cotidiano, sino en el ámbito donde llegan los resplandores de la santa poesía.
En el silencio oscuro de la madrugada, expreso mi compromiso ante el dolor que te invade. Soy consciente de que cuando una persona sufre bajo la sutil impronta de una angustia... Cuando una persona enamorada le alcanza la aflicción y el dolor de creerse desterrada deja de existir.
Por la inexorable pérdida del miedo.
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