Un mundo de gentes con el poder de hacer sentir desvalidas a su colindancia se podría decir que todo está perdido. En medio de la multitud iracunda, una joven clama estos versos contra la indiferencia social.
No te salves, Mario Benedetti.
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Todo tiene su curso, su caminar relativamente lento mientras el mundo gira en torno a una sociedad excluyente.
No te quedes inmóvil en torno a las soledades, angustias, pasiones, miserias... Edifica vida a favor. Transita segura, amarrada a tus convicciones, respondiendo a los impulsos contra la indiferencia social. O no te quedes conmigo.
Nunca tendré un motivo para quedarme inmóvil al final del camino, es costumbre explorar lo inexplorado y continuar haciéndolo porque cada recorrido me demuestra cosas nuevas por descubrir, originales. Me quedaré contigo, nunca sin ti.
ResponderEliminarMuchas gracias por opinar, poesía. Beso.
ResponderEliminarSalud.