Oyeron decir: ¿¡Quién anda ahí!? Para que los dos salieran huyendo. Sucedió esta mañana en mi pueblo. La delincuencia ya es cultura. Son ladrones profesionales y no tienen dudas, si oyen o sienten algo huyen dejando tal vez el mejor botín.
Una vecina al llegar a casa se la encontró toda revuelta, los cajones tirados por el suelo y su contenido esparcido. Le llevaron algunas joyas y algo de dinero. Había más dinero en otro cajón, pero el grito intimidatorio les hizo desistir y se fueron por donde habían entrado. Vino La Guardia Civil e hizo unas fotografías y ya está.
Los pueblos están desprotegidos y ya no se discrimina a nadie. Delincuencia virulenta. Asaltan las casas sin importarles si se van a encontrar con alguien en ella, sean viejos o jóvenes, lo que ratifica que este asunto se nos va de las manos.
Hay agresividad en el ambiente. Hay necesidad de mucho y los dueños de lo ajeno se aprovechan. Somos ciudadanos cautelosos de nuestros pasos. Nadie está seguro en su casa. Y tenemos miedo a salir de ella y miedo a entrar. ¿Y entonces?
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